El Gato encerrado
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Tres amigos en la final

Contrasta la perspectiva de irse a aburrir mucho durante la semana que les espera, última para los tres finalistas de Gran Hermano diez, con lo divertida que resultó la gala de anoche. ¡Qué momentos, madre mía! ¡Qué momentos! La entrevista a Liz fue una de las más intensas de las vividas en toda la edición, con una fila cero que dio muestras de un resquemor generalizado, un odio que solamente se puede explicar teniendo en cuenta que ya hemos visto lo mal perdedores que son y lo frustrados que están por haber perdido este concurso.

Me produce un cierto shock ver la cara continuamente tensa de Ana, que da hasta miedo, o las tres brujitas que hasta se ríen y parece que les gusta cuando les llaman así, especialmente a Loli, o ver a esa Mirentxu ofendida que sigue pretendiendo mandar a los que la rodean. Liz fue expulsada anoche, ha sido casi finalista y merece que se respete su día, sin dejar de entender que ese es también el momento en que debe rendir cuentas de su paso por la casa. En cualquier caso parece excesivo e injustificado que sea recibida con ese odio y hasta una concursante la insulte gravemente. Aunque lo más impactante para ella sería la decepción que se llevó con Mirentxu nada más comenzar la entrevista.

Como ha pasado durante toda la edición, Mercedes Milá estuvo inmensa anoche. No dejó nada en el tintero, no nos escamoteó ni un solo comentario, dejando en su sitio a un Julito que desaprovechó la posibilidad de quedar mínimamente bien, rectificando su comportamiento y pidiendo disculpas. No lo hizo y decidió quedar como un villano bastante descerebrado, reconociendo tener tan poca personalidad para dejarse envenenar, como dijo Milá, por aquellos que habían abandonado la casa antes que él.

El vídeo que le ofrecieron a Liz mostrando una Mirentxu despreciativa, a la que desagrada que utilice su saco de vestir, aclarando que no es porque sea negra (en un ejemplo claro de “excusatio non petita“) le dejó a la dominicana las cosas suficientemente claras, al tiempo que empapaba sus enormes ojos. Aún así aguantó todo este chaparrón sin llorar, cosa que no pudo evitar hacer justo cuando le pasaron un vídeo con momentos recordando a su pequeña hija en la casa. Hasta ese momento inteligentemente por no entrar en la discusión primera con Julito, que probablemente la hubiera descompuesto de entrada, haciendo mucho más difícil que siguiera afrontando con entereza el resto de la entrevista. Se enfrentó luego con elegancia a Loli, Nany y Gisela, contrastando sus buenas formas con el gallinero que formaron estas, hablando a la vez y pisándose el turno mutuamente.

Liz, que resultó expulsada con el 51,9% de los votos, situación muy igualada con Orlando, lo cual no pareció darle muy buenos augurios al feriante valenciano, tuvo una intervención perfecta anoche. Su despedida fue la primera amable de la temporada, sin malos modos y con toneladas de cariño que expresó a los tres finalistas. Tuvo el acierto de felicitarles por serlo, decirles lo orgullosa que estaba de verles en la final y expresarles lo mucho que les quiere. Esto emocionó a los tres finalistas, especialmente a un Iván que no pudo evitar que las lágrimas recorrieran sus mejillas en ese momento. Pero no solamente tuvo buenas palabras para sus compañeros sino también para el equipo que trabaja en la casa de Guadalix, lo cual dio muestras del señorío de bien del que hace gala esta concursante que anoche nos convenció más que nunca.

No nos equivocamos con haber llevado hasta casi la final a Liz, como no lo hicimos con los tres que se disputarán el triunfo final. Estamos votando ya en positivo para ver ganar este concurso a Almudena, Iván u Orlando, tres amigos que han estado muy juntos durante buena parte de este encierro que es casi como una condena, ya que el día que salgan habrán pasado cuatro meses y un día, siempre y cuando esto sea el próximo jueves. Al poco de abrirse anoche los teléfonos, uno de ellos llevaba el 60,1% de los votos, frente al 28,3% del segundo clasificado y un 11,6% atribuido al tercero de ellos. Al tiempo, nuestra encuesta reflejaba los porcentajes siguientes tras los mil primeros votos: 68%, 25% y 7%. Un rato más tarde, cuando ya se podían contabilizar casi seis mil votos, se había corregido levemente, quedando así: 66%, 28%, 6%. En este caso el porcentaje mayor le corresponde a Iván, el segundo a Orlando y el más pequeño a Almudena.

Si relacionamos los porcentajes ciegos con nuestra encuesta de la primera instantánea, podemos observar incluso un porcentaje común, ese 28% del segundo clasificado. La proporción es semejante: un concursante obtendría aproximadamente los dos tercios de los votos y otro el tercio restante, dejando para el tercero apenas una pequeña parte de los votos. La salida de Liz vino anoche a confirmar una vez más la efectividad de nuestra encuesta en sus primeros votos, que daban como resultado la salida de la modelo la noche del jueves pasado. La tendencia marcada por los mil o dos mil primeros votos de nuestra encuesta se ha confirmado siempre durante esta temporada con el resultado final de las votaciones, como demostrábamos hace una semana, y ayer tuvimos un nuevo ejemplo de esto que digo.

Al finalizar la gala, los tres finalistas fueron llamados a la sala de confesiones para ser interrogados por la ’súper’. Pepa les preguntó por sus mejores y peores momentos, así como por la relación con los otros dos finalistas, haciéndoles destacar una virtud y un defecto en ellos. Las respuestas me reconfortaron mucho, sin excepción. Me di cuenta en ese momento que, como dije antes, no nos equivocamos llevando a esta final a estos tres seres humanos que nos mostraron anoche hasta qué punto son el día y la noche con respecto a la mayoría de los expulsados anteriormente.

Almudena dijo que su mejor momento fue la entrada en la casa, el haber tenido el honor de entrar la primera y su encuentro con Gisela. Para Iván fue también el momento de su entrada, además del desfile de Almudena como ’satana’, la visita de sus amigos y las fiestas con Orlando y Almudena. Orlando, por su parte, también destacó su entrada en la casa vieja y el haber pasado a la nueva un par de días más tarde, haber conocido a Carlitos y Gema, las fiestas, pruebas, y la hora sin cámaras con Nany. En cuanto a sus peores momentos, Almudena mencionó su discusión con Julito por el loro (qué ya no está en la casa) y me llamó la atención que para Orlando fuera el mismo que el de Iván, esa prueba perdida de las cabinas, que provocó el mal recibimiento de los ‘carlos’.

Más tiernos que el peluche de Mimosín el día de la madre se pusieron cuando les hicieron hablar de sus dos amigos, hermanos como dice Almudena. Esta decía estar orgullosa de haber conocido a Iván, mostrándose segura de que tanto dentro como fuera de la casa mantendrá una sincera amistad con él, y afirmando estar orgullosa de su paso por el programa, que no ha sido nada fácil, como aclaraba la cartagenera. Según Chiqui la mayor virtud en Iván es que cuando se equivoca reconoce las cosas y tiene un corazón enorme. No sé si algunos de los que llevan semanas o meses fuera de la casa podrán seguir diciendo que todos cuantos han convivido con el modelo piensan lo mismo de él, después de escuchar estas palabras de una persona que ha estado mucho más cerca de este concursante, habiendo convivido más tiempo y de forma más intensa con él. El defecto de Iván, según su amiga, es que no escucha a la gente y hay que repetirle las cosas varias veces, porque es muy despistado. Sobre Orlando dijo que tuvo feeling desde el principio con él, siendo ese sentimiento inicial reconvertido luego en un cariño de hermano. Su virtud es la simpatía y el defecto que a veces no da su opinión como debería darla.

Iván habló emocionado una vez más de Almudena y Orlando. De ambos dijo que les tenía un gran cariño, que han sido partícipes de todos los momentos buenos que ha vivido en la casa, encontrando en los dos un gran apoyo. Según este concursante, la mayor virtud de Almudena es que tiene un corazón más grande que él mismo, haciendo referencia a su metro ochenta y tantos de estatura. El defecto es que se enciende con facilidad, pero puestas las virtudes y los defectos en una balanza, resultan mucho más importantes las primeras. De los dos dijo que son competidores leales, algo muy apreciado por el cántabro. Sobre Orlando afirmó que le quiere mucho, calificándole como un tío genial. Dijo haberle servido de psicólogo, no en vano estos no hablan sino que escuchan los problemas que uno le cuenta, lo cual te viene muy bien cuando estás agobiado. La virtud de Orlando sería para su amigo que está siempre sonriendo, destacando de él y Almudena que están llenos de energía positiva. El defecto que es ambiguo, como le dijo directamente en ocasiones, lo cual le lleva a no opinar mucho, a pesar de lo cual dijo que le encanta como es, terminando con su ya clásico “y punto pelota”.

Terminó el turno Orlando, que dijo apreciar mucho que Almudena fuera capaz tras su declaración de seguirle tratando igual o incluso mejor. La mayor virtud que destacó en ella fue su gran corazón, que aunque por fuera pueda parecer una cascarrabias, por dentro igual se está derritiendo. El defecto que destacó es que está bien decir las cosas a las claras pero ella las dice a un tiempo bruscamente, y él piensa que se puede decir de manera más suave. Sobre Iván dijo que le gusta mucho haber vivido toda la experiencia con él, reconociendo que mientras la propia ha sido un camino de rosas la de su amigo no ha sido nada fácil. Sabe que ha encontrado muchos obstáculos en el camino, pero ha tenido la suerte y el acierto de saber llevarlos bien ya que otros en su lugar habrían tenido que tirar la toalla y él nunca tuvo la tentación de hacerlo. Además, afirmó que en su opinión su amigo ha tenido siempre las cosas muy claras. Su mayor virtud es que sabe lo que quiere y no tiene reparo en ver las cosas y decirlas tal y como son. Es muy pasional y lo vive todo a tope. El defecto que a veces le ha dado un cierto reparo decirle algunas cosas porque no sabía cuál iba a ser su reacción, lo cual excusó entendiendo que estuviera especialmente susceptible por la oposición que se había encontrado en la casa por parte de algunos.

He preferido extenderme en trasladar la opinión de los finalistas sobre sus compañeros en este escrito de hoy por dos razones. Primero porque tiempo habrá de opinar, en el hilo de comentarios que acompaña la presente y próximas anotaciones así como en las mismas. Pero, principalmente, porque en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, la opinión de ellos es también la mía. He considerado pues innecesario pretender el lucimiento personal en lugar de simplemente darle la voz a quienes la merecen, aquellos a los que entre todos hemos llevado a la final de forma merecida. Si es algo de lo que ya estaba convencido, insisto en que tras escucharles hablar de forma tan generosa y sincera de sus compañeros ya no me cabe duda. Anoche los tres se trataron como hermanos, grandes hermanos, y no como competidores, y ese es el mayor y más emocionante homenaje que le podían haber hecho a este bendito programa de nuestros amores.

Y ahora a votar y a opinar. Lo primero lo podéis hacer sin freno o con él, según cada uno quiera o pueda. Lo segundo solamente os pido que lo hagáis con un poco de cariño y todo el respeto que merecen los tres finalistas. Ellos y sus seguidores o defensores lo merecen. No estropeemos esta última semana, solamente siete días por delante lo cual me vuelve a empañar los ojos de emoción.

[Dejo vídeo de la salida de Liz, que también puedes encontrar en MiTele, desde donde te lo puedes llevar a tu web o blog e incluso mandarlo por correo electrónico. También os recomiendo que veáis los vídeos de la reunión posterior a la gala del equipo del programa, un documento realmente único y valioso. Por otro lado, hasta el día 31 de este mes podréis seguir votando a este blog o a cualquier de los existentes en esta casa en la elección del mejor blog, cuyo ranking se puede consultar aquí.]

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Iván, bonhomía cegadora

Termino hoy con Iván nuestros daguerrotipos dedicados a los concursantes que han llegado hasta estos últimos días, y aguardan el momento de la decisión final de la audiencia votante. Antes de eso recordar que esta noche uno de ellos abandonará la casa de Guadalix y se habrá quedado a las puertas de la gran final, lo cual según algunos concursantes han expresado puede ser el peor de los escenarios que se les puede presentar, aunque no hay duda de que su protagonismo en la gala de esta noche no habrá de ser compartido con otros dos compañeros, como sucede con aquellos que quedan en segundo y tercer lugar.

La gala de esta noche puede tener momentos tensos, tanto si es Liz la expulsada como si lo es Orlando. Este último tendrá que enfrentarse a una Nany que después de mostrarse molesta por el tonteo de este en la casa con Liz me cuentan que está teniendo una historia con uno de los amigos de Iván, aquel que le defiende en plató. Liz, por su parte, tiene la oportunidad de tomar su venganza a Julito esta misma noche o tendrá que esperar a dentro de unos días, cuando quiera que sea la final.

Además, tendremos en esa fila cero tan alborotada la pasada semana a Carlos H. sentado al lado de Loli, la mujer que le ha acusado de mentiroso, esa misma que afirma ser muy distinta de como se mostró en la casa, usar bikinis e ir a fiestas con sus amigas. Jo, tía, que tope guay, ¿no?

El resto de argumentos de esta noche los desconocemos, aunque espero que nos logren animar más de lo que están los cuatro finalistas y ese añadido un tanto perdido que anda como un pulpo en un garaje esperando que le lleven de Madrid a Roma a entrar en la que será su casa italiana. Anoche mismo, montaron una fiesta en la que cada uno se disfrazó como pudo y vi a Leo ponerse con desgana un pantalón blanco de Iván y unas alitas, para luego estar apartada del resto durante toda la fiesta. Entre los demás hubo las ya tradicionales discusiones entre Iván y Almudena, que parecen dos hermanos disputando los mismos juguetes siempre, con un Orlando que les pica y provoca quien sabe si para intentar sacar algo en claro. Como dice el refrán: “A río revuelto ganancia de pescadores”, y el feriante no para de tender la caña una y otra vez, lo cual no queda en balde, ya que anoche Iván le llamaba “caradura”, recordándole como la noche anterior había estado proponiéndole que le hiciera ciertas bromas a Chiqui para después censurarle que se las gastase.

La noche del martes, Orlando estaba más perdido que nunca, mirando en la distancia parecía como si estuviera esperando el momento en que algo sucediera que le pudiera hacer caer en sus manos sin gran esfuerzo el maletín del premio. Con el micrófono quitado le dijo a Iván que no tratase a Almudena como un bufón, lo cual oímos a duras penas y afortunadamente el modelo no se lo tomó muy a mal, porque una discusión fuerte a estas alturas le podría perjudicar seriamente. Anoche le pinchaba a Iván para que repartiese con Almudena las copas que quedaban, cuando él ya se había servido cuatro mientras que ellos dos apenas tenían otras seis entre ambos, con lo cual o cada uno bebía tres o era la cartagenera la que se quedaba con la peor parte del reparto con solamente dos. Luego de encender la discusión entre los dos finalistas, estaba intentando poner paz asociándose a una Almudena a la que iba poco a poco camelando para compartir la copa de esta. Menudo listo este Orlando.

Pero cuando se disponían a brindar con el cava, a modo de despedida adelantada de uno de los nominados, vimos un momento significativo. Liz se llevó a un aparte a Almudena e Iván para dedicarles bonitas palabras a ambos. A Iván le dijo que aunque es muy testarudo ella sabe que es muy buena persona y que se alegraba mucho de que tras haber deseado conocerle (haciendo referencia a ese contacto visual que tuvieron en un casting en Madrid) lo hubiera conseguido, de lo cual estaba muy orgullosa y se alegraba mucho. Palabras parecidas tuvo con Chiqui, de quien también dijo alegrarse de haberla conocido. Tras su brindis volvían al lado de Orlando, a quien entre bromas y veras le dijo que a él no le decía nada.

Creo que la dominicana está molesta desde que Orlando, haciendo caso de las insinuaciones de Ana, dejó de darle juego en el tonteo que ambos se llevaban. Este concursante ha demostrado ser bastante pusilánime, siendo el último gran enigma de la casa, que como fue el caso de Loli (a la que sorprendentemente Liz dedicó buenas palabras en dos ocasiones anoche) condiciona su comportamiento a la supuesta opinión de la audiencia. Tanto Liz como Iván se han dado cuenta de esto, posiblemente más tarde que muchos aquí afuera, y anoche lo vi más claro que nunca. Hay concursantes que no pueden evitar mostrarse en algún momento, dejando ver lo peor de sí mismos.

Recuerdo el año pasado como Rodrigo se destapó la última semana amenazando con quitar el adhesivo con el teléfono para votar por Judit (GH IX) y poniendo en su lugar el suyo, con lo cual tiró por la borda toda posibilidad de ganar el concurso. Es en los momentos finales cuando algunos más fácilmente dejan entrever su yo auténtico, digamos que no pudiéndose aguantar más. Es como cuando está uno haciéndose pis y aguanta justo hasta el momento de meter la llave en la cerradura de la puerta de casa, momento que a pesar de estar tan cerca de poder llegar al baño no puedes aguantar más y te lo haces encima. El concursante mencionado de la pasada edición se lo hizo encima en el último momento, y algo parecido le puede estar pasando a Orlando.

Y voy con nuestro urogallo, el pirata que más cerca ha tenido el triunfo final de esta historia. Iván ha sido el eje de esta edición de Gran Hermano y solo por esto merecería salir el último, cumpliendo su deseo expresado en más ocasiones que nadie y evidenciado por sus actos, de vivirlo hasta el último minuto con gran intensidad. Casi todo giró en torno a él, tanto lo bueno como lo malo. Sus aciertos posiblemente brillaron más que los de nadie y también fuimos testigos más directos de sus errores. Los focos le iluminaban a él, precisamente quien tanto ha repetido ese discurso de la “luz propia” que alguno pensará es el de un iluminado. Su frase clave es: “Quien no tiene luz propia tiene mala sombra”, lo cual no deja de ser todo un descubrimiento, pero posiblemente poca cosa para convertirlo en un leitmotiv, como lo fue para este concursante.

El caso es que el foco no dejó de arrojar luz sobre quien estuvieron siempre puestas todas las atenciones, hasta el punto de darse una circunstancia bastante singular, posiblemente similar a la vivida anteriormente con Pepe Herrero (GH VII) pero con ninguno más. Me refiero a que la opinión de los espectadores se divida entre los que son ‘ivanistas’ y los ‘anti-ivanistas’, sin que ningún otro concursante haya suscitado suficiente interés como para tener apoyo organizado alguno. Aparte de que el concepto de ‘anti-ivanista’ pareciera significar más un enfrentamiento con sus seguidores que con el propio concursante, no deja de resultar llamativo que haya quien defina su postura ante el concurso no mostrando su simpatía o preferencia hacia uno de los contendientes sino precisamente lo contrario, centrando en uno de ellos su rechazo y antipatía.

Esto que cuento es posible solamente porque Iván ha sido el gran protagonista de esta edición. Es curioso porque ni él mismo ha podido con ello, ni su insistencia machacona cuando analizaba el comportamiento de sus compañeros con alguno de ellos, generalmente en el jacuzzi; ni sus bucles interminables con frases repetidas como mensajes fijos; ni su tendencia a no dejar hablar a los demás, ofendiéndose cuando no puede mantener la palabra durante un buen rato, y convirtiendo la conversación en un monólogo muchas veces. A pesar de todo esto, ni él mismo pudo con la atracción que sobre muchos estaba ejerciendo su propia personalidad, posiblemente ni aquello mismo que le podemos cuestionar.

El urogallo que hacía escuchar su canto en las madrugadas, ave nocturna según Mirentxu, trajo a esta casa un pequeño milagro, el del concursante virgen, desconocedor de los intríngulis del programa, que se muestra tal cual es, sin simulaciones ni ocultamientos, a pesar de lo cual llega a la final con posibilidades ciertas de ganar. Es algo más que una rara avis, es lo que muchos espectadores estábamos esperando tras observar a tanto concursante condicionado en sus actuaciones por la imagen que proyectase hacia fuera, o los que van con un papel aprendido en la confianza de que les favorecerá en su lucha por el botín. Este es un pirata atípico, que en la medida que más se ha acercado al botín con mayor desinterés lo ignoró, mucho más interesado por pasarlo bien y disfrutar la cascada de sensaciones que le ha dado esta experiencia.

Lo que más me consiguió atrapar en Iván fueron sus charlas de la madrugada, la sensación de ensoñación lúdica y muy sensorial que tuve muchas veces cuando contaba experiencias vividas, el entusiasmo que logró transmitirme o la facilidad con la que provocaba la participación en quienes compartían la conversación con él. Tengo dicho que somos muchos los amantes de Gran Hermano que cada vez pedimos algo distinto, posiblemente en contraste con lo que nos han dado en ediciones anteriores. Tras una edición de amoríos agradecemos una de estrategias compartidas en el juego, y tras este por qué no una con concursantes suicidas y así suma y sigue. Iván nos ha dado algo que muchos sentimos necesario, una edición con conversación, algo que tantas veces he echado de menos. El amor por la conversación, la despreocupación sincera y blanca de este concursante y su bonhomía son las características que más destaco en él como concursante.

La bonhomía de Iván, definida en el diccionario de la Real Academia como “afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento” nos ha deslumbrado a muchos hasta cegarnos. Tan extraño nos pareció, tanto despreciamos la posibilidad de encontrar a estas alturas un concursante así, que en algunas ocasiones perdimos el norte defendiéndole a capa y espada, hasta cuando pudo perder la razón. Porque precisamente esa bonhomía en el carácter y comportamiento le hace tremendamente imperfecto, algo que nos ayudó a sentirnos cercanos a él. Otros decidieron aprovechar estas características para abusar de un concursante tan transparente, en quien pronto apreciaron una fragilidad que le convertía en víctima propiciatoria de quienes mostraban menos escrúpulos que él en lo referente al juego. Por eso insistieron algunos en señalar que se había enfrentado y había discutido con todos, o casi todos, sus compañeros, aunque quizá la realidad sea justo la contraria: muchos discutieron con él y le provocaron intentando sacar lo peor de su interior.

¿Por qué este concursante se convirtió en la bestia negra de muchos compañeros? ¿Acaso lo merecía? Iván empezó discretamente en la casa vieja, organizando las reuniones nocturnas que tanto le gustan, en aquel momento en un grupo obligado por la prueba que les mantenía atados por los pies. Junto a él, Raquel, Loli y Gisela compartían momentos nocturnos adorables. Su enfrentamiento con Carlos H., previo a la entrada de ambos en la casa, no había trascendido más allá de algún eventual comentario. Tras el paso a la casa nueva de Orlando, apenas dos días después de la gala de presentación, se produjo el trasvase de casa del otro cántabro, que aprovechó para poner en antecedentes sobre Iván a Gema, Carlitos y el propio Orlando.

Iván sería precisamente el próximo en cambiar de casa, y fue recibido en un ambiente poco grato. El matrimonio compartía charlas de madrugada tras las que salían acomplejados de haberse medido a una persona que tenía cosas que contar. Probablemente en la primera noche Iván contó más cosas de interés de las que le escuchamos nunca al defensor de la absurda teoría de “un hombre un voto” para un concurso televisivo.

La semilla del odio había empezado a germinar, a lo que se unía un cierto sentimiento de complejo en los que eran entonces sus escasos compañeros, algo que quizá diferenciaba a Orlando del resto, ya que este fue quien mejor acogió al nuevo habitante. Pero llegó la prueba perdida por un descuido de Iván y a un tiempo aquella discusión sobre el capricho personal en la compra, calificado por Carlos H. como “una posible fuente de conflictos”, aunque semanas más tarde se mostraba como su principal defensor. En ambos episodios Orlando debió decepcionar a un Iván cuya inocencia evitó que lo apreciase. Primero porque la prueba la habían perdido también por culpa del feriante, y después porque tras proponer este la idea del capricho personal se mantenía silencioso ante la mala acogida que tuvo, recayendo injustamente en Iván toda la responsabilidad de esa iniciativa.

Ahí empezó una espiral que se vio incrementada cuando los nuevos habitantes fueron viendo como Iván era nominado y regresaba siempre indemne, sin darse cuenta de que eso significaba que tenía el apoyo de la mayoría de la audiencia votante. No saber leer ese importante detalle les llevó a salir de la casa uno a uno y en grupos bien definidos. Primero Gema, luego Carlos H., el sembrador; más tarde Loli, Nany y Gisela, el trío de supernenas; para tras la salida de Carlitos producirse la caída en bloque del trío de la fregona, compuesto por Mirentxu, Palomares y Julito. Los enemigos de Iván caían uno a uno, sin que este se pavoneara en exceso por ello. Y es que ha sido blanco (diría que tonto) hasta para eso, despidiendo a todos con tristeza y buenas formas no correspondidas.

Esta es la historia de Iván en este Gran Hermano, que tenía interés en resumir consciente de la dificultad de hacerlo de forma tan sucinta. El resto es aún más complicado de contar, consiste más en sentirlo y haberlo disfrutado durante estos cuatro meses. Cuando escucho que no limpia y es poco trabajador pienso en Loli y su desgastada cama. Si me hablan de humildad, egoísmo y prepotencia se me aparece la imagen de Mirentxu.

Afortunadamente fueron muchos los que no se dejaron engañar con argumentos tan débiles, y sin embargo compartieron la sensación de estar ante un amante del “vive y deja vivir”, afable, sencillo, bondadoso y honrado. Además de divertido, charlatán y bastante inocente. Claro está que también es imperfecto, testarudo y exasperante muchas veces, pero también eso nos ayudó a darnos cuenta de que este sí que es uno de los nuestros de verdad.

Esta noche tenemos una penúltima fiesta (¡ays!), con Mercedes Milá como perfecta maestra de ceremonia. Espero que los resentidos de la fila cero no le/nos amarguen la fiesta una vez más.

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Almudena, fuerza concentrada

Toca hablar hoy de Almudena, concursante finalista desde el miércoles pasado, tras haber pasado al menos un par de nominaciones muy comprometidas en las que estuvo a punto de abandonar esta aventura. Al final, y contra todo pronóstico, se ha metido en la final, y lo ha hecho por méritos propios, como no podía ser de otra forma.

Iré a ello en seguida, pero antes me gustaría hacer dos aclaraciones y dos breves comentarios sobre cosas vistas en el diario y el directo de ayer. Lo primero es la tan contada fecha de la final, que aún no saben de seguro ni en la productora que realiza el programa ni en el canal que lo emite. Yo apuesto hoy en día por el jueves 22, dos días más tarde de lo previsto inicialmente, pero no apostaría ni mi brazo izquierdo ni siquiera el dedo meñique del pie, cuya utilidad pongo en duda aquí y ante una congregación de catedráticos de anatomía.

Por otro lado, me gustaría aclarar algo de mi escrito de ayer, que ha sido puesto en duda por algunos de nuestros amigos comentaristas. Se duda de en que el país de Liz ser de raza negra, y además mujer en este caso, suponga exponerse a ser llamado con frecuencia “negro de mierda”. El argumento esgrimido repetidamente ayer es que en ese país hay una mayoría de población de esa raza, lo cual no deja de ser una explicación absurda. En primer lugar lo que afirmo es verdad, y no solamente en la República Dominicana, sino también en otros países del caribe. Es algo que incluso ha sido denunciado por las Naciones Unidas, como se puede ver en este informe, que nos enlazó ayer flipo_con_floid. Además, vamos a ver, es que quienes me intentan desacreditar en algo así y con tales argumentos parece que no conozcan el apartheid en Sudáfrica, donde una minoría blanca mantenía una vergonzante opresión a la mayoría negra. Y con Nelson Mandela en la cárcel. Qué cosas hay que leer.

Ayer en el diario tuvimos una muestra interesante de quien participa de esta experiencia de forma activa y quien deja pasar el tiempo, intentando significarse lo menos posible, con el fin de ver si al final se lleva el gato al agua, con perdón. Este último es un Orlando que siempre estuvo algo oculto pero ahora le quitaría todos los honores al prestidigitador escapista Houdini, diluyendo su figura hasta desaparecer la mayor parte del tiempo. Mientras Liz y Chiqui comentaban la jugada y hablaban sobre las invitadas italianas, e Iván intentaba que Doroti entendiese cómo va esto de compartir la comida entre todos en época de vacas flacas, el bueno de Orlando dormitaba o simplemente miraba para otro lado. Lo dicho, unos participan, construyen, dan vida a este invento; mientras que otros simplemente están.

Ayer Leo le echó las cartas a Iván. Le dijo que le habían salido cartas muy bellas y que posiblemente ganará el concurso. Que no le va a faltar el trabajo y su padre pensaba mucho en él. Además predijo que su ex novia le llamará, entre otras cosas porque no le va muy bien en su relación actual. Y también que conocería a una chica a través de su trabajo que le gustará mucho. No está mal esa tirada de cartas. Y amén.

Voy ya con el perfil de hoy. Almudena es una de las concursantes con más fuerza y más leales consigo misma de entre las que he visto desfilar por esa casa. Su fuerza me ha parecido en muchos momentos ilimitada, como esos niños de corta edad hiperactivos, que no parecen cansarse nunca, hasta que finalmente caen rendidos en su cama. Pienso en Chiqui y me viene a la cabeza una novela de ciencia ficción bastante pionera llamada ‘The coming race’ y escrita por Bulwer-Lytton, en la que una raza humanoide habitante en las entrañas de la tierra tenía poderes casi ilimitados gracias a alimentarse a base de Vril. Este texto sirvió de inspiración al escocés John Lawson Johnston para bautizar el extracto salado de carne de vaca llamado comercialmente Bovril, nombre proveniente de aquel ‘Vril’ y el prefijo ‘Bo’, que designa a los bovinos.

Napoleón III comprobó que sus ejércitos no podrían “avanzar con los estómagos vacíos” en su guerra contra Alemania y le pidió al ejército inglés un millón de latas de carne de vaca para alimentar a sus tropas muertas de hambre. Como estos no disponían de tanta carne le suministraron este producto conocido entonces como “carne de vaca flúida de Johnston”. Seguro que más de uno recuerda la publicidad que le hicieron durante años en nuestro país, con una cancioncita que decía “las vacas del pueblo ya se han escapao, riau, riau…” Pues bien, pareciera como si Almudena se hubiera metido una sobredosis de este energético concentrado de carne, vista su energía permanente. Esta energía contrasta además con su particularidad relacionada con la estatura, que no le impidió hacer absolutamente nada en la casa, hasta el punto de que muchos nos olvidamos pronto de ese hecho, que ni hubiéramos recordado de no ser por la mala sangre de Mirentxu que bien se encargó de utilizarlo como envenenado argumento, por mucho que ahora lo pueda negar.

Almudena la que se cambia dos y tres veces al día de ropa, la que es capaz de contribuir en la prueba semanal, hacer la comida, jugar con Iván llevándose un remojo vestida en el jacuzzi día sí y día también, terminando con una relajada charla por la noche con Iván y Orlando, con los que estuvo tantas y tantas noches, acompañando a nuestros nocturnos seguidores, dando cosas para narrar a Lmedina, el amo de las madrugadas en la casa del gato. Todo esto sin solución de continuidad, como un sin fin, y lo que es más importante, sin escuchar de su boca una sola queja.

Una de las cosas que me llamó más la atención de esta concursante es que a pesar de su temperamento impulsivo, su pronto imparable que acompaña casi siempre con palabras gruesas y malsonantes, se ha llevado bien con casi todo el mundo en la casa. Solamente recuerdo enfrentamientos ásperos con una Mirentxu que nunca la terminó de respetar y con Nany, a la que atacó injustamente por su relación con Orlando. Pero recordemos el cariño tan especial que le tuvo a Gisela, la primera persona con la que se encontró en la casa. Su “princesita” fue un apoyo imprescindible para la cartagenera, lo cual no quita para que en el momento en que se vio en la tesitura de elegir entre esta y su amigo Iván no se dejó llevar por lo sentimental, analizando la situación y dando la razón a quien ella creía que la tenía, como el día de los insultos y el brillo fugaz de un tenedor. Esto es por lo que Almudena se merece el cariño de muchos, por su “transparencia suicida”, que dice Senador, porque no ha sido capaz de callar ante lo que pasaba delante de sus ojos, como hicieron otros.

También me atrajo de la protagonista de nuestro daguerrotipo de hoy, la ternura y la ilusión que le vi poner en casi todo. Su bendito entusiasmo, el corazón que le hizo dar mucho más cariño del que recibió, no siendo suficientemente bien correspondida casi nunca. Su ausencia de rencor, no exento de un sentido crítico admirable, que no perdió en ningún momento, ni siquiera con los más queridos, como dije antes. Naturalmente que fue injusta a veces, y además exagerada, analizando a bote pronto las cosas con excesivo celo, como si mirase a su alrededor con un cristal de aumento que no deja de deformar la realidad. La ventaja de esto es que le proporcionó una visión bastante precisa de las cosas, porque tras la exageración motivada por la alteración inicial venía siempre el inevitable enfriamiento en el que demostraba su tendencia a olvidar lo malo para guardar siempre en su despensa las cosas buenas de cada uno.

La famosa despedida de Julito, que también fue desconsiderado con ella, acusándola de no respetar a sus compañeros, demostró una vez más que mientras este descerebrado se ocupaba de pontificar, repartiendo consejos desde su inmerecido púlpito, ella seguía con los ojos llorosos, lamentando su salida y diciéndole lo mucho que le quería. Estoy seguro que a pesar de mostrarse crítica con él una hora más tarde, nunca se arrepentirá de haber sentido lo que sentía. Almudena tiene un corazón enorme, tan grande que casi no le cabe en su metro con treinta centímetros de estatura. Y nosotros hemos tenido la suerte de que lo haya mostrado tantas veces que hasta ha llegado a conquistar el nuestro.

Pero no podríamos analizar el paso de Almudena por la casa de Guadalix sin el que ha sido su imprescindible pareja, el enorme contrapunto, la i a la que ella puso el punto, aunque a veces parecía invertirse la figura y el gigante se hacía pequeño a su lado. Me partía ayer viendo en el diario el dibujo de Iván que se encargó ella de hacer, con la palabra “fuchi” grafiada en su hombro, un punto y una pelota, brillante ideograma con el que representaba otra de las expresiones favoritas del modelo, que ella misma adoptó como propia, el “punto y pelota”. Y, sobre todo, el tiburón que adornaba el lado izquierdo de la entrepierna del muñeco, una idea única y genial de esta polifacética concursante, a la que hemos visto demostrar su habilidad manual en distintas ocasiones, especialmente en el corte y confección.

Con Iván le unió el interés común, el deseo y la necesidad de vivir esta experiencia a fondo, bebiéndose cada minuto como si fuera el último, disfrutando todo y exprimiéndolo hasta sacarle la última de las gotas. En estos días finales me doy cuenta más que nunca hasta qué punto voy a echarles de menos, cuánto añoraré sus madrugadas, las peleas de colegiales, sus travesuras inocuas que a veces me llegaron a cansar, pero que recordaré con agrado. Me duele perderme todo esto de aquí en una semana, quizá de forma mucho más intensa que nunca. Desde hace mucho tiempo me ha fascinado de Gran Hermano encontrar seres generosos capaces de mostrarme cómo son, y más aún cuando les veo como una explosión de vida, demostrando que esta no se desgasta por el uso sino más bien todo lo contrario. Si es así a Almudena se le ha desgastado muy poco la vida en estos cuatro meses, porque estuvo siempre en carne viva. Ella fue para nosotros una sobredosis por la que pronto habremos de sufrir síndrome de abstinencia.

Algunos de nuestros lectores estarán pensando a estas alturas que siendo esto como lo cuento ¿por qué hay tanta gente que no soporta a Almudena? Bueno, he de decir que no es el caso de la mayoría votante, que la ha llevado hasta la final salvándola de al menos dos situaciones muy comprometidas, como dije antes. Pero es cierto que muchos no toleran sus formas poco refinadas, lo áspero de su trato en muchas ocasiones, o ese pronto un tanto ofensivo que se debe conocer para asumirlo de buen grado, porque de primeras resulta demasiado fuerte.

Como comenté un día, de los distintos tipos de espectadores que ven con mayor o menor implicación este concurso, son los que menos seguimiento hacen quienes seguramente más descontentos están con ver a Almudena en la final. Y es que conocer a la Chiqui es quererla. No quiero decir con esto que todos cuantos seguimos mucho la emisión del directo hayamos quedado atrapados por su encanto inocente y tierno, o nos haya fascinado por igual su fuerza arrolladora y su falta de hipocresía. Lo que digo es que posiblemente haga falta una observación lo más cercana posible para apreciar esto en su justa medida. Personalmente, pienso que esta edición de los transparentes, aquellos que se comportan de forma suicida ante el juego, sin terminar de conocer el encanto de lo auténtico, los políticamente incorrectos, no hubiera sido posible sin esta concursante. Su fuerza concentrada en pequeño formato (igual que la esencia se vende en frasco pequeño) me terminó poniendo a sus pies de forma arrolladora.

[Dejo nuevo vídeo en 3D, como siempre obra de AFFLECKDAVID, en el que los protagonistas entremezclan sus sueños con la realidad y que también puedes encontrar en MiTele, desde donde te lo puedes llevar a tu web o blog e incluso mandarlo por correo electrónico. También os recuerdo que podéis votar a este blog o a cualquier de los existentes en esta casa en la elección del mejor blog, cuyo ranking se puede consultar aquí.]

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Liz, fresca e inquietante sorpresa

Toca hoy el segundo de los daguerrotipos, y si el primero lo dediqué ayer a uno de los candidatos a finalista, en este tendré que hablar de la otra, o sea Liz. De aquí al final lo completaremos con los dos que hoy ya son finalistas, Iván y Almudena.

La fecha del 20 de enero para la conclusión de esta décima edición de Gran Hermano era manejada desde hace bastante tiempo, pero los ajustes de programación que han trasladado la gala a los miércoles harán que la final sea el 21 (¿tal vez el 22?), justo cuando se cumplan los cuatro meses de encierro. Aunque claro, ahora me dicen por aquí en los comentarios que no será el miércoles sino el jueves. Pero ¿qué invento es este? En todo caso, y si mis cálculos no me fallan, serán más de 120 días, por tanto, será la de mayor duración de las habidas (se nota que he ido cambiando este párrafo sobre la marcha, ¿verdad?). Hasta entonces, combinaremos estos daguerrotipos con las impresiones sobre las galas, opiniones y narraciones sobre lo que suceda en la casa en estos días y algunas últimas impresiones que se vayan suscitando. Cualquier cosa con tal de evitar dejarme vencer por una inmensa nostalgia y, por qué no decirlo, una tristeza extraña que me está jugando las malas pasadas de siempre. De momento, escribo hoy con un dolor de cabeza considerable y un tic nervioso en un ojo que me tiene frito.

Sobre lo sucedido en la casa poco puedo apuntar. Ayer pude ver hablar a las dos italianas durante muchos minutos en la tarde-noche, naturalmente en su idioma. Podría presumir de hablar (y entender, por tanto) la lengua de Nerón con soltura, pero no paso de cappuccino y acqua senza gassata, términos imprescindibles para ir de cafés por Roma. Me pareció ver a Leo molesta porque ella no había tenido capricho en la compra semanal, aunque bien podía estar hablando de cualquier otra cosa. Ya he dicho que hicieron la compra, ergo les dieron la prueba por superada, a pesar de la reprimenda por no haberse esmerado como pintores de esas redondeadas figuras pretendidamente representantes de todos los concursantes de las diez ediciones.

La novena edición del Grande Fratello empezó ayer y eligieron a Leo para participar en la misma, aunque aún no se sabe hasta cuando estará con nosotros. Le han dicho que una semana más pero no creo que esté el día de la final. Lástima, si hubiera sido Doroti la elegida estaba dispuesto a engancharme a la edición italiana, aunque casi mejor así, que ahora toca descansar un poco… o quizá no, que nunca se sabe. La conexión con Italia ha estado protagonizada por Chiqui, como casi todo en este Gran Hermano.

Por cierto, este año los italianos tienen un concursante ciego y también hay una sala de sorpresas con tres puertas, ¡qué curioso! La gala de presentación italiana fue increíblemente espectacular, con una producción muy cuidada y casi faraónica. A pesar de mi preferencia por Doroti, lo cierto es que Leo no parece que sea tonta, sin ir más lejos ayer contaba que había definido a Orlando en el ‘confe’ como “frío y calculador”. No tengo palabras.

Y ahora, vamos a lo que vamos. Lo más fácil cuando hablamos de Liz es hacer la broma de que es una negra modelo, como la cerveza mexicana. Mucho más complicado me parece pasar del plano de la broma a la realidad, formateada irremediablemente por este humilde cronista. Este daguerrotipo sobre la dominicana me temo que ha de ser el que más me cueste completar, quizá porque su personalidad me haya resultado siempre oscura e impenetrable, así como sus reacciones generalmente imprevisibles. En parte ahí estriba su atractivo para mí, junto con su desinhibido perfil de jugadora, capaz de sorprender casi siempre con sus nominaciones.

Hay concursantes que juegan fundamentalmente en la casa y otros cuyo entorno principal es la sala de confesiones, siendo ahí donde despliegan todos sus encantos. Liz juega en ambos sitios, en la casa tiene ese punto desestabilizador capaz de poner todo boca abajo en un momento, muy al estilo Ángela (GH IX); por su parte, en el confesionario (o la sala de las puertas) concentra su juego en el momento de la nominación, cuando es capaz de desbaratar todos los cálculos y previsiones con sus jugadas imprevistas. Lo que no se le puede achacar a esta concursante es que no se haya implicado. Ella no es de las que va para estar, contemplando pasivamente lo que sucede a su alrededor, sino que participa de forma activa, convirtiéndose en protagonista con gran facilidad. Eso es, a juicio de este gato, un valor positivo en este programa, salvo cuando es llevado a un extremo, como en ocasiones hace una Liz demasiado necesitada de protagonismo.

Tras su ansiado papel protagónico creo vislumbrar a una mujer cuya vida no ha sido sencilla. Y no solamente por su vida familiar, que ha contado y utilizado suficientemente poco como para considerarlo dentro de lo normal y entendible. Afortunadamente no ha sido el suyo un caso como otros vividos anteriormente de concursante separada de su pequeña hija, sin dejar de hablar de ella especialmente en los momentos clave en que su presencia en la casa podía estar en peligro. Ciertamente, ha hablado en ocasiones de su princesa, como le gusta llamarla, sin que me haya parecido que la utilizara en exceso para provocar lástima en los espectadores. Es cierto que lo hizo a veces, pero pienso que no demasiado. Además, ella creyó encontrar en Mirentxu a una sustituta ideal de aquella madre de la que no pudo disfrutar todo lo que le hubiera gustado, si bien tuvo mucha mala suerte de encontrar un recambio de madre con esta.

Como digo, pienso que no es su vida familiar lo que haya sido más duro en su vida. Ya dije en alguna ocasión que ser de raza negra en la República Dominicana sigue siendo hoy en día motivo para que te llamen “negro de mierda” por la calle, lo cual pone las cosas mucho más difíciles a los ciudadanos de esa raza. Liz recuerda su país con frecuencia, de hecho, hizo famosa su frase “en mi país”, como le ha repetido alguna vez Iván en tono de burla cariñosa. Lo que no ha contado nunca es hasta qué punto le ha podido costar salir adelante siendo negra. Negra y modelo, como decía antes en tono de broma. Precisamente es posible que haya sido esto último lo que le ha permitido salir de su país y considerarse la reina de la fiesta en muchas ocasiones.

Ella presume con poca humildad de haber estado en China concursando en ‘Top Model of the World’, tanto como de haber estudiado periodismo, aunque ignoro si sus estudios de audiovisuales serían equiparables a la carrera universitaria de nuestro país. Pero eso es lo de menos, para ella será igualmente un motivo de orgullo, lo cual se le nota hasta en la expresión de su cara cuando lo cuenta. No es la modestia una virtud que la adorne, lo cual relaciono con esa necesidad de sentirse protagonista, pavoneándose de ello en los momentos que lo consigue. Me llamaba la atención verla este fin de semana en el jacuzzi con las italianas, contando sus experiencias como modelo, sus conocimientos de varias lenguas, especialmente del francés, a consecuencia de sus viajes a más de veinticuatro países debido a su trabajo. Se la veía feliz siendo escuchada por dos visitantes que parecían fascinadas por algunas de las cosas que estaba contando.

En esta concursante, la mayor de sus virtudes se convierte también en aquello capaz de despertar más recelo en mí. Ya dije antes que es capaz de poner todo cabeza abajo en un momento, lo cual quiere decir que en un chascar de dedos puede decir aquello de “A Lizfanny Emiliano Vázquez tú no le vas a hacer eso”, elevando el tono de forma drámatica hasta límites insospechados. Esto es algo atractivo, ya que en ocasiones puede ser como un revulsivo dentro de la casa, pero también me produce una sensación permanente de no saber por donde saldrá la modelo, si será hoy cuando habrá de revolucionarse todo por su capricho. Esta es quizá la Liz que menos me gusta, la que puede desestabilizar no con una nominación inesperada, jugada más o menos estudiada pero siempre interesante, sino con la más mínima tontería que puede servirle para provocar un terremoto de grandes proporciones.

Si su capacidad para revolucionar la casa es lo que menos (y a un tiempo lo que más) me atrae de Liz, no tengo duda de que su franqueza ha hecho siempre que el fiel de la balanza caiga de su lado. Ella me ha ganado por su capacidad de ir siempre a rostro descubierto, diciendo a cada paso lo que pensaba, sin prever sus consecuencias dentro (¡peligro!) y fuera (¡alegría!) de la casa. Esto quizá no sea lo mejor para la convivencia pero es ideal para el observador de la misma, cual es mi caso. Los que repiten con machacona insistencia aquello de que esto es un juego de convivencia se equivocan de medio a medio, ya que aún en caso de serlo no está demostrado que la buena convivencia esté obligada, de igual forma que no se puede establecer por ley que debamos ser buena gente. Es como ese artículo de la Constitución Española de 1812, que proclamaba aquello de: “los españoles serán justos y benéficos”. Pues enhorabuena a los premiados.

Aquí es la audiencia quien decide si aprueba al justo y benéfico o, por el contrario, decide darle su apoyo a quien demuestra ser todo lo contrario. Tengo dicho que la opinión que cada uno nos formamos sobre los habitantes de la casa de Guadalix es fundamentalmente caprichosa, además de responder en cada caso a motivaciones distintas. Hay quien simpatiza con quien se siente más identificado, otros que buscan conductas ejemplares y también puede haber una parte que reclaman algo nuevo, un comportamiento distinto de lo ya visto y conocido. En definitiva, todos somos tan justos y benéficos a veces, como injustos y dañinos otras.

En realidad, la gran virtud de Liz ha sido precisamente que si ha tenido que romper la vajilla lo haya hecho, lo cual resta todo tipo de importancia al dañino mensaje de Julito el día de su despedida. Ella ha actuado siempre de forma impulsiva, sin haber reflexionado previamente sobre lo que agradará o no a la audiencia. Esto la sitúa tan lejos de ‘Juchulito’ y Palomares como cerca de los dos concursantes que son finalistas desde el pasado miércoles. Si Liz le gana la partida a Orlando y llega a la final, lo cual aún veo posible a pesar de todo, esta será la gran final de los que van de frente. Como dice mi amigo Senador la edición de “los vivos frente a los tapados”. Por eso no es cierto que deba quitarse máscara alguna, por mucho que haya utilizado la ocultación o el engaño en ocasiones, lo cual forma parte de su juego. ¿O acaso es un delito decirle a un concursante que le ha dado dos puntos cuando le dio tres?

Mantener que Liz ha tenido engañado a nadie es solamente posible por parte de un descerebrado o alguien muy malintencionado, y no sé en cual de ambos grupos meter a Julito, posiblemente en ambos. Si peca de algo no es precisamente de ser falsa, lo que sucede es que hay quien confunde los términos, de forma hipócrita con gran frecuencia. No hay duda ninguna de que eso es un juego, y como tal todos están autorizados a mentir en su beneficio, o mantener determinados tipos de engaño. De hecho, nada dice que estén obligados a revelar sus nominaciones, lo cual protege el secreto de las mismas y esto hace que puedan jugar con esa información a su antojo. Nada que ver con simuladores como Julito u ocultistas como Orlando. Liz no ha tenido jamás miedo de mostrarse tal cual es, mostrando unos dientes afilados, más amenazando que mordiendo.

Mi recuerdo de Liz será el de una dama de dientes amenazantes esperando el crepúsculo con una copa de vino en la mano. Y también el de aquella concursante que inesperadamente se hizo un hueco entre mis favoritos para llegar a la final. Porque ella también llevó la vida a esa casa, como los otros dos finalistas, de igual forma que lleva grabada en su rostro la lucha en la que todos convertimos nuestra vida. En eso nada nos diferencia, solo que la suya me pareció esta vez más atractiva que la de otros muchos. En definitiva, ella supuso para esta experiencia una sorpresa tan fresca siempre como inquietante en muchas ocasiones.

[Dejo cartelera con Iván y Almudena, los dos finalistas que ya son seguros en esta edición. Os recuerdo un día más que podéis votar a este blog o a cualquiera de los existentes en esta casa en la elección del mejor blog, cuyo ranking se puede consultar aquí.]

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Orlando, ambigüedad no tan calculada

Comienzo hoy una de las tradiciones de este blog y adelanto otra de su momento habitual. Esta última es la de publicar un vídeo resumen de la temporada, que en lugar de tras el final de la edición he preferido en este caso apresurarme para ofrecerlo hoy, si bien tras la final tendremos también alguna que otra sorpresa. Dicho vídeo lo podéis encontrar al pie de esta anotación. Por otro lado, comienzo con Orlando los daguerrotipos o semblanzas de los concursantes que han llegado a la final o se han aproximado (las haré de los cuatro habitantes que aún quedan en la casa).

Según el filósofo alemán Karl Rosenkranz en La estética de lo feo, un retrato daguerrotipo no nos ofrece al hombre en su totalidad sino al hombre tal y como se encuentra en una situación del todo particular, dominado por una disposición sentimental transitoria. Pongamos que la disposición singular en la que se encuentran los habitantes de Guadalix es por todos conocida, y hace que de alguna manera establezca cierta diferencia entre la persona y el concursante. Ciertamente ambos son unidad, pero las condiciones de su encierro son determinantes para que se comporten de una forma determinada, que es la que he intentado analizar con desigual fortuna durante todo este tiempo.

Luego es sabido que todos somos en realidad tres personas, o incluso puede que más: la persona que creen los demás que somos, el que nosotros creemos que somos y quien somos en realidad. Si hacemos esta idea más compleja, obtendríamos combinaciones del tipo de la persona que nosotros pensamos que los demás creen que somos, y así algunas más. En todo caso, con toda la modestia del mundo, este gato se limitará a describir lo que piensa de cada uno de estos personajes y su paso por el programa. Por otro lado, como aclaro siempre, me atrevo a tomar prestado de Manuel Vicent el término ‘daguerrotipo’, utilizado por este gran escritor en una serie de artículos increíbles publicados en el diario El País hace unos años, si bien quizá sería más sencillo llamarlo perfiles, semblanzas o como cada uno quiera.

Antes de esto que anuncio toca echar un vistazo sobre lo ocurrido en el fin de semana. A Liz e Iván les ha bastado este tiempo para discutir, enfadarse y volverse a reconciliar. El viernes ya contábamos el origen de su discusión, que finalmente tuvo como consecuencia la falta de comunicación entre ambos durante todo el viernes y parte del sábado. Que siendo cuatro estén enfadados dos de ellos plantea una situación incómoda, paliada por la presencia impagable de Leo y Doroti (mejor así que como lo he escrito los días anteriores). Esta idea de traer a las dos italianas ha sido proverbial, pues han llevado a esa casa un ambiente divertido en este tramo final del concurso. Anoche mismo les comunicaban por indicación de la ’súper’ que lo de las parejas era un engaño y la reacción de ambas, especialmente de la atractiva y divertida Doroti, era de liberación. No obstante, esta había ya expresado en el ‘confe’ su decepción por el hecho de que no hubiera un solo hombre libre en la casa. Ahora tiene dos, si se da un poco de prisa aún puede tener tiempo.

Antes del daguerrotipo de Orlando solamente dos apuntes sobre lo visto anoche en el debate. De un lado, los porcentajes oficiales ciegos rebelan que no hay tanta distancia entre ambos nominados, al llevar uno el 57,2% de los votos siendo el 42,8% restante para el otro. Todo es posible, por tanto. Y lo otro es lo de Julito, del que ayer tuvimos dos elementos de juicio más para conocer al personaje. Por un lado, Kiko Hernández nos contó lo que muchos sospechábamos y es que Mirentxu en una pausa de publicidad se acercó a él para teledirigir lo que hubiera de decir en su despedida a Liz y los demás. Además, nos sorprendió diciendo que nunca le había dicho a la dominicana nada como lo que le soltó esa noche porque sabía que le iba a hacer más daño diciéndoselo desde fuera. Que cada cual saque sus propias conclusiones, la mía es muy simple: quien pretende hacer daño de esa premeditada forma es un tipo absolutamente despreciable.

Y ahora voy con lo prometido. Orlando hubiera podido ganar este concurso de calle. Lo tuvo en su mano el miércoles pasado, y no le hubiera costado nada. En los días siguientes también podría haber aprovechado la oportunidad para aumentar su cuota de votos, no tanto para salvarse este miércoles (la gala vuelve a emitirse ese día) como para ganar el asalto definitivo que se juega la semana siguiente. Pero tampoco parece que haya sido consciente de esto, a pesar de haber tenido mucho más tiempo que el breve espacio de apenas un par de minutos en que podía haberse ganado a España entera. Ya sé que utilizar el argumento de España es siempre ridículo, pero es otra tradición que ya fuera señalada por Gustavo Bueno cuando hacía notar que no había otro acontecimiento televisivo, quitando los deportivos, en que se utilizase tanto la palabra España. Quiero decir que la audiencia votante, o con mayor precisión los más predispuestos a formar parte de esa masa anónima, se habrían rendido al valenciano con tan solo un gesto, unas simples y certeras palabras, que no le habrían despojado de su ganado perfil de conciliador, poco polémico y amable concursante.

A Orlando le hubiera bastado con contestarle a Julito, cuando se despedía de él reservándole las únicas buenas palabras de la noche, algo como esto: “Julito, no acepto tus buenas palabras, no las puedo tener en cuenta, porque no soy capaz de asumirlas tras haber sido tan injusto y desconsiderado con el resto de compañeros que están aquí sentados a mi lado”. Podría haber sido una frase no tan elaborada, en realidad con un “me da igual lo que me digas, yo no creo que mis compañeros merezcan lo que les has dicho”, hubiera valido. O también: “Julito, aquí no hay buenos ni malos, todos sufrimos a veces y otras celebramos nuestro destino, hoy a ti te toca perder y nosotros cuatro ganamos, aunque sea de momento”. Así de sencillo.

Estoy convencido de que si Orlando tiene una iniciativa como esta la semana pasada tendría en estos momentos a una audiencia (votante o no) entregada incondicionalmente. Hasta muchos de los que han estado apoyando a Iván, la gran mayoría gastando su dinero con mucho esfuerzo y simplemente por ver cumplido su sueño de hacer ganador a quien consideran su favorito, estarían hoy debatiéndose entre uno y otro, viendo con muchos mejores ojos a un concursante capaz de por una vez hacer o decir lo que se espera de él. Este lo hizo en contadas ocasiones, y casi siempre en la soledad de una sala de confesiones donde decía a veces lo que pensaba aunque fuese con esfuerzo, dubitativo sobre si estaba haciendo lo que debía o no y mirando casi siempre al suelo, lenguaje postural que dice mucho de su actitud ante el concurso. No en vano los especialistas hablan de que el lenguaje del cuerpo supone un setenta por ciento de nuestra capacidad de comunicación, frente a solo un treinta restante reservado al lenguaje verbal expresado fundamentalmente mediante la palabra.

Orlando mira al suelo en el ‘confe’ mientras fuera lo hace casi siempre a otro lado. Ante el más mínimo obstáculo o problema en la convivencia ha respondido con una predisposición elogiable a poner paz y aconsejar siempre el diálogo y la comprensión entre quienes estuvieran enfrentados por cualquier razón. Esto le honra, siendo tan útil para la convivencia del grupo como para su propia conveniencia. Está claro que se trata de un tipo al que no le gusta nada discutir ni participar de malos rollos, motivo por el cual mira siempre a otro lado cuando alguien le intenta hacer partícipe de sus problemas con un tercero. Esto es así especialmente cuando piensa que definirse puede ser un arma de doble filo para él, no tanto de cara a la imagen que proyecte en la audiencia como por la eventual necesidad de enfrentarse a esa realidad con una tercera persona en el futuro. Es decir, creo que Orlando no se define cuando otro compañero, ya sea Iván o Carlitos, le habla mal o le cuenta una actitud censurable de otro, simplemente porque teme ser esclavo de sus palabras y que estas sirvan para enfrentarle a ese otro compañero.

Además, parece especialmente incómodo en la medida que le pongan en el brete de tenerse que definir. Hasta entonces, simplemente mira a otro lado y actúa a su modo, que es manteniendo el apoyo mediante su propia presencia. En el momento que alguien pretenda un mayor nivel de definición su incomodidad será más y más evidente. En general, actitudes como la de Orlando me son poco gratas, prefiriendo con mucho aquel capaz de verse comprometido por sus propias ideas y opiniones, rechazando las injusticias infligidas a los demás haciéndolas propias. Es curioso que cuando alguien le ha contado lo mucho que le ha podido doler la nominación de un tercero siempre ha reclamado comprensión, intentando restarle importancia. Sin embargo, bastó con que Julito, precisamente él, le nominase una semana para que se hiciera cruces y se la jurase ante su amigo y la chica con la que se acostaba, cumpliendo una semana más tarde su anunciada nominación de tres puntos. Una cosa es que se lo hagan a un amigo y otra bien distinta que la víctima sea uno mismo. Pues faltaría más.

A pesar de que rehúyo a los tibios, con Orlando he experimentado un sentimiento encontrado que llevo semanas intentando discernir. Creo que ya tengo la solución y está relacionada con las mismas razones por las que he sido poco crítico con Almudena e Iván, o al menos he sido menos crítico que con la mayoría de concursantes. En la política española se acuñó hace tiempo la expresión “ambigüedad calculada”. Pues bien, veo en este concursante una ambigüedad no tan calculada, y por eso también a él le he salvado a menudo de la crítica. Creo sinceramente que Orlando es así, la típica persona a la que no le gusta enemistarse con nadie, que tiene como su principal prioridad llevarse bien hasta con sus enemigos, de forma que muy importante tiene que ser la ofensa para que no se haga el despistado, pretendiendo no evidenciar hasta qué punto le puede llegar a afectar.

He conocido más de una persona así, cuya máxima reacción es ignorar al otro, haciendo caso del dicho que afirma no haber mayor desprecio que no hacer aprecio. Es casi su límite, la afrenta mayor que le apetece hacer. Por eso he creído estar entendiéndole casi siempre, aunque en realidad más que entenderle le envidiaba. Envidio esa capacidad para no hacer propias las ofensas a los más cercanos, la facilidad para pasar de todo, hacer de su capa un sayo y ver cosas más importantes que ofrecer la visión propia de lo que sucede alrededor de uno. Está claro que cada cual tenemos escalas de valores distintas, y en la suya no caben algunas cosas que son básicas en las de otros. Por esto me parece que cuando más ha calculado su ambigüedad ha sido precisamente en sus limitados análisis en el ‘confe’. El resto del tiempo no hacía falta que calculase o evaluase lo que debía o no hacer, simplemente porque se estaba dejando llevar por su impulso primero, y ese no es otro que pasar, hacer oídos sordos y mirar al frente, manteniendo el rictus inamovible y, eso sí, la sonrisa oculta hasta nueva orden.

Si Orlando llega a la final lo habrá merecido en buena lid. Ya el hecho de quedar cuarto es un digno lugar, y eso ya no se lo podrán quitar a ninguno de los cuatro últimos habitantes de la casa. Lástima que no fuera más despierto esa noche del miércoles pasado, y también que en estos días esté manteniendo una actitud algo más mezquina de lo habitual. Por ejemplo, no me ha gustado nada esa insistencia en gritarle el nombre a Iván cada mañana, incluso tras las siestas, en un tono que no por cariñoso deja de tener la segunda intención de evidenciar que su compañero es con frecuencia el último en levantarse. Menos aún me gustó el estocazo que me pareció le intentaba dar a su amigo Iván y una Almudena a la que ha puesto de parapeto durante varias semanas a la hora de nominar, como excusa perfecta para justificar sus puntos a Iván.

Anoche le decía Orlando a Iván que se alegrará de llegar a la final gracias a la decisión final del público y no como Chiqui y él que entraron en la terna de finalistas directamente. No quiero ser mal pensado pero me parece que este chico da pasos de gran felino en misión de caza. Son pasos cortos, pausados, entre los cuales sus víctimas pueden cambiar de postura decenas de veces, para de esta forma aproximarse con sigilo, sin poder ser detectados, y asestar un golpe fatal en el momento preciso, o al menos intentarlo. No veo muy certeras las cuchilladas del feriante, y además cuenta con el tiempo como enemigo implacable. Aunque bien pensado, y teniendo en cuenta que va de torpeza en torpeza, más le vale que no se extienda esto más allá del día 20, porque a mí personalmente se me está atravesando en esta hora final todo lo que no lo había hecho antes.

Si no fuera por cosas como las que cuento, que aproximan a Orlando mucho más a Julito el ‘impostor’ que a otros a quienes veo venir siempre con mayor franqueza, como los dos finalistas a los que aquel quiere quitar mérito, estaría deseando verle en la final junto a ellos. Quizá no se da cuenta que quienes ya han llegado a la final no solamente se lo han ganado por haber sido salvados por la audiencia votante en repetidas ocasiones, sino porque también sus compañeros llegado el momento les han excluido de las nominaciones. ¿O acaso quiere Orlando que recordemos cuántos votos tuvo cuando hubieron nominaciones en positivo? Aunque el caso más cercano es la última votación, en que sus tres compañeros le nominaron a él mientras ninguno hacía lo propio con Almudena.

A pesar de esto último, Orlando puede presumir de haberse merecido el respeto de casi todos sus compañeros de encierro. Posiblemente con la salvedad de Mirentxu, que siempre me pareció que le miraba con el mismo recelo que a Iván, agravado en su caso por el hecho de dedicarse a un oficio modesto como el de feriante, además de por no aprobar su relación un tanto liberal y exenta de mayores compromisos con Nany. El resto le han respetado y con todos ellos ha tenido buenas relaciones, demostrando ser uno de los mejor dotados y/o más hábiles para las relaciones sociales, lo cual es en definitiva uno de los pilares de la buena convivencia.

No quiero hacer esta semblanza mucho más extensa. En alguna medida me apetece ver a Orlando entre los tres finalistas, compartiendo el momento con un Iván y una Almudena junto a los que estuvo en los peores momentos, dando cuenta de su apoyo y ofreciendo quizá el más valioso de los avales, especialmente cuando la aplastante mayoría de habitantes intentaban arrinconarles ejerciendo de forma abusiva el poder de las mayorías. A pesar de todas las objeciones que pongo a este concursante, no olvido que siempre estuvo ahí en los momentos clave, sin dar un paso atrás antes de estas últimas semanas, en que probablemente el miedo a estar donde no debía le aproximó más a Palomares y Julito, si bien hoy ya debería haberse dado cuenta de que estaba equivocado. Por eso prefiero que quede en mi memoria aquel Orlando que estaba donde debía, aunque fuera en silencio y mirando casi siempre hacia otro lado.

[Hoy a las 12.30, Julito te responde en un nuevo Encuentro digital, para el que puedes dejar ya tus preguntas. Dejo el vídeo prometido, para el que hemos revisado casi 5000 capturas de pantalla publicadas en esta web, incluyendo en nuestra selección más de 250 de las mismas. Es un vídeo hecho con todo el cariño de este gato como recuerdo de una edición mágica como pocas. Como siempre, lo podéis encontrar también en MiTele, desde donde se puede llevar a cualquier blog o web, así como enviarlo a un teléfono móvil. También os recuerdo que podéis votar a este blog o a cualquiera de los existentes en esta casa en la elección del mejor blog, cuyo ranking se puede consultar aquí.]

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Italia 2 - España 4

Comienzo pidiendo disculpas por el título chovinista que me ha salido, pero es que no se me ocurría otra cosa. Téngase en cuenta que no dejo de ser el gato de siempre, el de casa (en esta casa ahora), el dicharachero. O sea. En realidad no deja de ser una descripción numérica de lo que sucede en la casa de Guadalix, donde habitan dos italianas y cuatro españoles. La prueba y el reto de esta semana son ideales, me gusta ver las figuras tipo ‘South Park’ con los rostros de todos los concursantes de las diez ediciones y, por otro lado, el juego de engaño cutre y salchichero que les está saliendo me parece mucho más divertido de lo que hubiera podido prever.

Las cosas transcurren tan deprisa siempre en esa casa que los ecos de la despedida de Julito (la más cruel que nunca hemos visto en este programa, dijo ayer Jorge Javier Vázquez) casi se habían apagado anoche. Así habría sido de no ser por la capacidad de Liz para enredar, malinterpretando cualquier conversación en plan Lizfanny Emiliano Vázquez, al tiempo que Iván se muestra incapaz de gestionar las situaciones creadas por ella, entrando en bucles sin fín de los que le cuesta salir una eternidad. Anoche tuvimos una de estas situaciones, complicadas de entender porque mezclaban cosas como la información de que Liz hablará con su psicólogo mañana, el recuerdo de lo dicho ayer por “el de casa”, la preocupación de Iván sobre el estado anímico de las italianas y bastantes otras cosas. Eso por no contar la clase magistral que nos había dado Liz un rato antes sobre cómo parir sin que se te abra la cadera, que fue tan ilustrativa que casi se me abre la mía sin dilatación previa ni nada.

Lo que quiero decir es que la magnificación de la que tanto se habla sirve tanto para vivir de forma especialmente intensa lo que les pueda decir un expulsado desde el plató como para olvidarlo o minimizarlo en el plazo récord de unas horas o un día. La intensidad con la que se vive ahí dentro hace esto posible, y solo mediante una detallada observación se puede terminar entendiendo que puedan pasar de la depresión a la euforia tan rápidamente. Las consecuencias de lo dicho ayer por Julito fueron tan fuertes que no pudieron evitar ayer hacer referencia a ello en diversas ocasiones, sin que puedan hallar una explicación satisfactoria a lo sucedido. Es lógico, dado que tampoco nosotros podemos explicarnos como un tío puede salir de la sala de expulsión diciendo a Chiqui “dile a Liz que la quiero mucho”, el día antes firmarle un pañuelo con un texto que termina diciendo “te quiero ‘muchisisisimo’”, y luego llegar al plató y despedirse de esa forma.

Lo más sobrecogedor, una vez vistas las imágenes una y otra vez, es ver el contraste del rostro de Liz, al que se le va congelando la sonrisa poco a poco, con el de un Julito sonriente que abre los ojos de forma exagerada. El gesto fue repetido ayer por el expulsado durante su intervención en el diario, incluso cuando veía las consecuencias que habían tenido sus palabras, con una Liz destrozada llorando en el cuarto de baño. Este chico no está bien o en lugar de ser un ejemplo de bondad es un tipo despreciable. Lo que tengo claro es que no ha sido capaz de evaluar lo dañino para su propia imagen que es reírse poniendo cara de sádico mientras ve a alguien que ha sido su amiga en la casa llorar desconsoladamente, y menos siendo a consecuencia de algo dicho por él. O sí lo ha evaluado y le divierte convertirse en el villano televisivo del momento, si bien para esto habría de acreditar una inteligencia mayor de la mostrada.

Julito había justificado su paso por Gran Hermano con aquello de que pretendía demostrar que no es un “chulito”, como al parecer se decía en su entorno. Lo cierto es que en la casa parecía bastante cortito, demasiado sumiso a los dictados de su abuela postiza y hasta con una actitud infantil en su relación con las mujeres, que le llevaba a insinuarse y meter mano a todo lo que se movía. Pero no le hemos visto chulito. Ahora bien, todo lo conseguido por el concursante impostor que se hizo pasar por lo que no es, lo destrozó en cinco cochinos minutos en el plató y lo ha rematado ayer. Y al final hemos terminado viendo que este ‘Julicristo’ era en realidad el ‘Juchulito’ de siempre. El de casa, etcétera.

Volviendo a lo que pasa en la casa tras la entrada de las italianas invitadas, me parto escuchando a Iván llamarlas Molly y Leónida. Pero, por favor, ¿cómo es que no es capaz de aprenderse un par de nombres? Claro que tampoco ha de extrañar teniendo en cuenta que aún sigue llamando Li (como la china) a Liz. Lo de Leónida se puede llegar a entender al parecerse bastante a Leonia, aunque no tanto que no quiera hacer caso a Orlando y llamarla simplemente Leo. Pero lo de Dorothy es inexplicable y no sé por qué diablos se le ha cruzado el nombre de Molly. Ayer Leo (creo que la llamaré así, ahora que he debido corregir varias veces porque lo estaba escribiendo mal) estaba un poco triste, decía sentirse desubicada. Dorothy parece más activa y dicharachera (a ver si va a ser la de siempre, la de casa, también) y de momento no ha pedido hablar con su psicólogo. No sé si tendrán psicólogos que hablen italiano, en un principio pensé que hasta se habrían traído a un ’súper’ que hablase esa lengua, pero ahora creo que no debe haber sido así, al ver que en el ‘confe’ les han dejado un diccionario de Spagnolo.

El caso es que Iván y Orlando se lo están pasando genial con la situación. A ambos les gusta mucho vacilar y ahora tienen a tiro a dos víctimas propiciatorias. El cántabro no para de tomarles el pelo, exagerando el relato de su supuesta relación con Liz y la de los otros dos. Además, es tronchante escucharle hablar castellano con acento italiano, como hiciera en una inolvidable ocasión el ex presidente Aznar. Y encima mezcla ese extraño castellano con algunas palabras en inglés, llegando incluso a hacer lo del chiste aquel en el que un español coge un taxi conducido por otro español en Nueva York y tras llevarse un rato hablando los dos muy despacito y a voz en grito, silabeando como niños de primaria (es lo que hacemos cuando no sabemos otro idioma y pretendemos ser entendidos) el turista se entera de que el taxista también es de España y le dice “en-ton-ces, qué ha-ce-mos los dos ha-blan-do en in-glés”.

Anoche, Iván pretendía hacer de director de escena, diciendo a Orlando y Almudena cómo tenían que simular el primer encuentro de pareja en el dormitorio. Estos dos estaban metidos en la cama y Orlando no sabía ni cómo abrazar a su partenaire, mientras Iván pedía más pasión y a ser posible algunos jadeos. La parte sonora les quedó más bien exagerada, aunque sirvió para enterarnos de una información ya que Iván le pidió a Orlando que lo hiciera como con Nany, lo cual quiere decir que entonces se escuchaban los jadeos en el dormitorio, algo que personalmente no me había imaginado.

Iván les pide que se muevan. “Si ven mondongo se lo tragan fijo”, les dice, aunque Orlando no termine de entender por qué tienen que ser tan explícitos. Le pide además que le dé un besito a la cría de vez en cuando y esta le dice que se lo dé él a Liz, a lo que Iván responde: “Está deseando comerme el morro, lo que pasa es que con esos morros me da un beso y me peina… con raya a la derecha”. La escena era en general tan divertida para el espectador como parecía estar siéndolo para ellos mismos. Al final fue cierto que se acostaron juntos, supongo que otra noche le tocará a la otra pareja.

Cosas tan divertidas como estas que cuento son las que llevaron ayer a que Liz dijera: “Gracias a Dios que sois finalistas, porque sin ustedes esta casa no sería nada”. Se refería a Iván y Almudena y no deja de ser exactamente lo mismo que llevamos muchos repitiendo insistentemente durante estos meses. Me gustó mucho escuchar a la ‘Barbie Malibú’ decir tal cosa. También es gracias a todas estas situaciones que podemos olvidarnos de la mezquindad mostrada por los perdedores resentidos de este año, y sus ridículos argumentos.

Por cierto, hablando de Liz me gustaría mucho saber quién pone el dinero para salvar a esta concursante, según el soldador reventado que afirmaba el miércoles eso de que esto era una cuestión “de quien tiene más dinero”, mientras parecía estar a punto de comenzar a lloriquear. Digo esto porque claro, estamos hablando de una concursante que está muy lejos de su casa y lleva viviendo en el País Vasco (el martes veremos a Milá vestida de vasca) poco tiempo. Si mis datos no me fallan, la modelo ha pasado por la sala de expulsiones cinco veces, y todas ellas evidentemente volvió a la casa. Según los que apelan al dinero alguien la habría salvado todas esas veces, supuestamente votando por los otros nominados. De acuerdo, aceptemos esa tesis de forma temporal, pero entonces mi pregunta es: ¿Quién pone el dinero para salvar a Liz?

La preocupación de Iván por el bajón anímico de Leo me parece un tanto exagerada. Este concursante echa la culpa en parte a Liz de esto, ya que al parecer ayer les hizo un feo diciéndoles que tuvieran cuidado con los micros y el agua (se apuntaron en seguida a la tradición traviesa de los finalistas, consistente en bromear con agua) y algún otro detalle. Lo cierto es que yo estoy viendo que participan en la prueba, bromean e intentan aprender algo de español aunque ellas parecen entender mejor nuestra lengua que los cuatro de aquí la de ellas. Y es que al final el tanteo terminará siendo al contrario, y estaremos ante un Italia 4 - España 2 (esto lo digo por el improbable caso de que me lea Vasile). Lo cierto es que esta trama urdida justo cuando quedan pocos en la casa, momento que suele ser más bien triste, sumidos en una nostalgia casi lacerante, está logrando traernos momentos tan inolvidables como los vividos en los pasados tres meses y medio. Este final es un nuevo sueño, uno más de cuantos nos está regalando este mágico Gran Hermano.

[Una vez más os recuerdo que podéis votar a este blog o a cualquiera de los existentes en esta casa en la elección del mejor blog, cuyo ranking se puede consultar aquí.]

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Fotografías y vídeos procedentes de capturas de los programas de «Gran Hermano», emitidos por el canal de televisión Telecinco, y producidos por Zeppelin TV